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Capilla La Medalla Milagrosa

La Capilla La Medalla Milagrosa, se encuentra en la calle Juan de la Luz Enríquez, esquina con la calle Porfirio Díaz S/N, colonia Centro, barrio El Caracol, de Jesús Carranza, Veracruz, código postal 96950; a cargo del Párroco Jesús Correa Mejía.

La Medalla Milagrosa

Triduo en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa

Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios Nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amen.

Acto de contrición:

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

La historia nace en Francia en la capilla del convento de las hermanas de la Caridad, en 1830.


Catalina Labouré fue elegida por la Virgen María para que difundiera la Medalla Milagrosa. Era una joven novicia de la Compañía de las Hijas de la Caridad. Siendo las virtudes de la Congregación: sencillez, humildad y caridad.

LAS APARICIONES


El 1830 es un año clave: Tiene lugar en París la primera aparición moderna de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la "Era de María", una etapa de repetidas visitaciones celestiales.

Galeria de la Capilla

Historia de la Virgen de la Medalla Milagrosa

La Medalla Milagrosa

En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti".

Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por   encima   de   la  cabeza de  la

Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda.

Oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza".

La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla. En el aparecía la letra M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no veras , hija mía, pero oirás mi voz en la oración".

Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones son bastante elocuentes".

Nombre:

La Medalla se llamaba originalmente: "Medalla de la Inmaculada Concepción", pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".

Entre otras: La Salette, Lourdes, Fátima ... Y como en su visita a Santa Isabel, siempre viene para traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre. También para recordarnos el camino de salvación y advertirnos las consecuencias de optar por otros caminos.

STA. CATALINA LABOURÉ

Catalina nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña (Francia). Entró a la vida religiosa con la Hijas de la Caridad el 22 de enero de 1830 y después de tres meses de postulantado, el 21 de abril fue trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.

EL ÁNGEL LA DESPIERTA

Todo era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina y cerca de las 11:30pm oyó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y apartando un poco las cortinas de su cama miro del lado que venia la voz y vio entonces un niño vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y el cual le dijo: "Levántate pronto y ven a la capilla, la Santísima Virgen te espera".

Sor Catalina teme ser notada de las otras novicias, pero el niño responde a su preocupación interior y le dice: "No temas, son las 11:30pm, todas duermen muy bien. Ven yo te aguardo".

Ella no se detiene ya ni un momento, se viste con presteza y se pone a disposición de su misterioso guía que permanecía en pie sin separarse de la columna de su lecho. Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue marchando a su lado izquierdo. Por donde quiera que pasaban las luces se encendían. El cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su paso todo quedaba iluminado. Al llegar a la puerta de la capilla la encuentra cerrada, pero el niño toca la puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.

Dice Catalina: "Mi sorpresa fue mas completa cuando, al entrar a la capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba la Misa de media noche".

El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, y allí se puso de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo al lado derecho. La espera le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la Virgen. Miraba ella con cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por si las hermanas de vela, que solían detenerse para hacer un acto e adoración, la veían.

Por fin llego la hora deseada, y el niño le dijo: "Ved aquí a la Virgen, vedla aquí". Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio.

Sor Catalina en el fondo de su corazón dudaba si verdaderamente estaba o no en presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: "Mira a la Virgen". Le era casi imposible describir lo que experimentaba en aquel instante, lo que paso dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen. Entonces el niño le habló, no como niño, sino como el hombre mas enérgico y con palabras muy fuertes: "¿Por ventura no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una pobre criatura mortal en la forma que mas le agrade?".

 

Sor Catalina dice: "Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodille en el presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. Allí pasé los momentos más dulces de mi vida, me sería imposible decir lo que sentí. Ella me dijo cómo debía portarme con mi director (humildad profunda y obediencia), la manera de comportarme en las penas (paciencia, mansedumbre y gozo) y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a arrojarme al pie del altar y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que tuviera necesidad (corazón indiviso y no consuelos humanos). Entonces le pregunté que significaban las cosa que yo había visto, y ella me lo explicó todo ".

Luego continuó diciéndole: "Dios quiere confiarte una misión, te costara trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que sufrir hasta que los digas a tu director. No te faltaran contradicciones, mas te asistirá la gracia, no temas. Háblale a tu director con confianza y sencillez, ten confianza no temas. Veras ciertas cosas, díselas. Recibirás inspiraciones en la oración. Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover desgracias sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero se verá afligido por calamidades de todas clases.", (al decir esto, la Virgen estaba muy triste). Venid a los pies de este altar, donde se prodigaran gracias a todos los que las pidan con fervor, a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres. Deseo derramar gracias sobre tu comunidad, lo deseo ardientemente. Me causa dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan las reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades a pesar de que hay almas grandes en ellas. Díselo al que esta encargado de ti, aunque no sea el superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. El deberá hacer cuanto pueda para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto suceda otra comunidad se unirá a las de ustedes. Vendrá un momento en que el peligro será grande, se creerá todo perdido, entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi visita y la protección de Dios y de San Vicente sobre las dos comunidades. Mas no será lo mismo en otras comunidades, en ellas habrá víctimas, (lagrimas en los ojos), el clero de París tendrá muchas víctimas. Morirá el señor Arzobispo. Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo será otra vez traspasado, correrá la sangre por las calles (la Virgen no podía hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta y con un semblante pálido), el mundo entero se entristecerá".

 

Sor Catalina piensa: "¿Cuando ocurrirá esto?", y una voz interior asegura: "Cuarenta años y diez y después la paz.". La Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina como una sombra que se desvanece.

APARICIÓN DEL 27 DE NOVIEMBRE DE 1830

La tarde del 27 de noviembre de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír el roce de un traje de seda que le hace recordar la aparición anterior.

Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor belleza. Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita.

La Santísima Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla. Tenia tres anillos en cada dedo, el mas grueso junto a la mano, uno de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.

Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón: "Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden". Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo. El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.

Oración para todos los días:

¡Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!

¡Dulcísima Reina de los cielos y de la tierra!;

que por amor a los hombres te dignaste a manifestarte, a vuestra sierva Sor Catalina, con las manos llenas de rayos de luz; a fin de hacer saber al mundo que deseas derramar abundantes gracias sobre todos los que con confianza te piden; Concédeme Madre mía, que a imitación de Sor Catalina derrames en mi alma la luz necesaria para conocer mi nada y mi miseria; y lo mucho que debo a mi Padre Dios, por tantísimos beneficios, como me ha dispensado; y que cumpliendo su voluntad en esta vida; pueda gozarle en Tu compañía eternamente en el cielo.

Amén.

Tres Ave Marías y 3 veces la jaculatoria:

“Maria Madre Mía; Líbrame De Caer En Pecado Mortal”
Por El Poder Que Te Concedió El Padre Eterno.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

Por La Sabiduría Que Te Concedió El Hijo.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.


Por El Amor Que Te Concedió El Espíritu Santo.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.


Finalizamos con un ¡GLORIA¡:

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Amén.

La siguiente Jaculatoria fue indulgenciada por San Pío X, y la recomendó rezar junto con esta devoción:

¡Oh María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma! 

“Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Primer día:

¡Amorosísima Madre mía!, que placer tiene mi alma, cuando considero que tantos deseos tienes en concederme vuestros favores; que no esperas otra cosa, sino que acuda a Tì, para remediar nuestros males y llenarnos de vuestras gracias y dones. Oh María, mi Madre amada, reina de la Corte Celestial, te ruego que todos acudamos siempre a Tì, como nuestra única esperanza.

 

Oración Final:

Acuérdate, ¡Oh piadosísima Siempre Virgen María!, que no se ha oído decir jamás; que ninguno de los que han recurrido a vuestra protección, e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado de Tì. Animado con esta confianza, ¡Oh Virgen de las Vírgenes!, a Tì vengo; gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a Tus pies. ¡Oh Madre del Divino Verbo!, no desprecies mis súplicas; antes bien, escúchalas favorablemente, y dígnate acogerlas.

Amén.

 

Tres veces la jaculatoria:

“Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Segundo día:

¡Santísima Madre de Dios!, ¡Señora nuestra y mi tierna Madre!; que consuelo tan grande siente mi corazón, cuando contempla Tu imagen, como te vio Sor Catalina, con un globo en vuestras Divinas Manos, que representaba toda la tierra, y lo estrechabas sobre vuestro pecho; simbolizando así el amor que tienes a los hombres. Concédeme, ¡Oh Divina Madre Eterna! ¡Oh Madre mía!, el que sepamos corresponder a tanto amor, procurando imitar vuestras virtudes. Así sea. (Oración final y tres veces la jaculatoria).

 

Tercer Día:

¡Virgen Inmaculada!. ¡Celestial Madre mía! Con que placer llego ante Tu Santísimo Altar; para contemplar Tus virtudes y exponer mis penas. Que aliento santo cobra mi espíritu, al acercarme ante Tu Sagrada Imagen; donde veo representada la más profunda humildad; una modestia admirable y el resto de todas las perfecciones con que el Señor Dios te adornó. Haz ¡Madre Santísima!, ¡Divina y Celestial Señora! ¡Reina del Clero, de los apóstoles! ¡Madre del Mecías! ¡Hija predilecta de Dios Padre! Que oigamos siempre Tus maternales avisos, para que arrepentidos de nuestras culpas, e imitando vuestras virtudes; logremos la inmensa dicha de estar contigo en el cielo, por toda la eternidad. Así sea. (Oración final y tres veces la jaculatoria).

Festividad en honor a "La Medalla Milagrosa"

La Fiesta en honor a La Virgen de la Medalla Milagrosa es llevada a cabo en Jesús Carranza, Ver., el 27 de noviembre. Para este día se celebra una misa en la Capilla La Medalla Milagrosa.

Copyright © 2016 Lic. Sistemas Computacionales Administrativos | Desarrollo de un Sistema de Información | Karla Edith V. I.

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